sábado, 5 de marzo de 2011

Poia, un cuento de los indios nativos-americanos

Un verano cuando hacía demasi¬ado calor y no se podía dormir al aire libre, una chica bonita que se llamaba La Mujer Emplumada dormía afuera en la hierba. Ella abrió sus ojos y vio la estrella de la mañana.
La miró con asombro y reflexionó sobre lo hermoso que era y entonces de enamoró de esta estrella.
Cuando sus hermanas despertaron, ella les dijo que se había enamorado de la estrella de la mañana.

Le dijeron que - “¡estás loca!”

La Mujer Emplumada les dijo a todos en su pueblo de la estrella de la mañana y pronto ella fue objeto de burla entre su gente.
Un dia se fue a sacar agua del arroyo y vio al joven más guapo que jamás pudiera imaginar.
El joven le dijo que era La Estrella de la Mañana. “Sé que me estabas mirando y que te enamoraste de mí. Estuviste mirándome, así que yo te miraba a ti. Te vi en la hierba y sabía que te quería como mi esposa. Ven conmigo a mi casa en el cielo.”

La Mujer Emplumada fue presa con temor y paralizada por el miedo. Ella sabía que trataba con un dios, de pie ante ella. Le dijo a la Estrella de la Mañana que necesitaría tiempo para decirle adiós a su familia. Sin embargo, él le dijo que no había tiempo para eso. Le dio una pluma amarilla mágica y una rama de enebro, y le dijo que cerrara los ojos. Cuando los abrió de nuevo estaba en el País del Cielo, de pie ante la casa del Lucero del Alba y sus padres el Sol y la Luna. La Mujer Emplumada se enamoró de su marido y sus padres y con el tiempo, dio luz a un nio a quien llamaron Nio Estrella. La Mujer Emplumada necesitaba algo para hacer. La Luna le dio una pala y le dijo que cavara. Le dijo que no debía desenterrar al Gran Nabo que crecía de la casa del Hombre Araña porque si lo hiciera, grandes desgracias ocurrieran.
Un diia se puso La Mujer Emplumada muy curiosa por el Gran Nabo y decidió desenterrarlo. Cuando por fin lo sacó, La Mujer Emplumada podía ver a través del suelo a la tierra y vio a su propia tribu a lo lejos. Al ver a los mortales haciendo sus tareas, se puso muy nostálgica y empezó a llorar. Cuando ya no lloraba, ella enterró al Gran Nabo nuevamente en su lugar y trató de restaurar la tierra alrededor.
Cuando la Estrella de la Mañana regresó a su casa, estaba muy triste, y dijo:

- “Cómo podrías haber sido tan desobediente y desenterrar al Gran Nabo?”

Padre Sol y Madre Luna también estaban muy tristes e hicieron la misma pregunta. Los tres estaban muy tristes porque La Mujer Emplumada ahora debería ser desterrada del País del Cielo.
Cuando La Mujer Emplumada volvió a la tierra, parecía una estrella fugaz. Ella fue recibida de nuevo por su familia y amigos, pero ella nunca fue feliz jamás. A menudo trataba de hablar con La Estrella de la Mañana, pero cuando él le respondió, todo lo que dijo fue, “nunca puedes vol¬ver al País del Cielo. Has cometido un gran pecado y trajiste dolor y sufrimiento al mundo.”
Poco después La Señora Emplumada murió por causa de su infelicidad. El huérfano Niño Estrella vivió con sus abuelos mortales. Fue un muchacho muy tímido con una cicatriz en su rostro. Esto le trajo el apodo Poia (es decir, la cara con la cicatriz). Cuando creció, la gente lo ridiculizaba por la cicatriz y por su pretensión en que decía que era el hijo de la Estrella de la Mañana. Él también fue rechazado por la hija del jefe de la tribu.Su vida fue tan difícil, y consultó a una curandera y ella le dijo que necesitaba ir al País del Cielo y ver a su padre y abuelos inmortales. Así podría hacer su vida mejor. Sin embargo, la mujer de la medicina no sabía cómo llegar al cielo y le dijo que Poia podía encontrar su propio camino.
Poia viajó por meses y meses, sobre montañas, a través de los bosques, sobre los ríos y los desiertos. Por fin llegó al mar y al atardecer cuando el sol se estaba poniendo, los rayos de oro formaron una escalera que siguió hasta el País del Cielo. Cuando conoció Poia a sus abuelos, ellos estaban muy felices y pronto lo convirtie¬ron a ser como ellos.
El Sol le quitó la cicatriz a Poia y le enseñó la danza del sol. Así si los indios Pies Negros realizan esta ceremonia una vez al año en honor del sol, y todos los enfermos son curados. Finalmente regresó a la tierra caminando por la Vía Láctea en los astros. Cuando regresó Poia a su tribu, la gente lo honró.
Ellos aprendieron la danza del sol y la gente fue curada de sus enferme¬dades. Debido a su grandeza, se le permitió a Poia regresar al País del Cielo y ahora es una estrella que se levanta cada dia con la Estrella de la Mañana.

Poia, un cuento de los indios nativos-americanos
Por John Bowden / Para El Crepúsculo, Internet

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